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Es una tarde cenicienta y mustia,destartalada, como el alma mía;y es esta vieja angustiaque habita mi usual hipocondría.La causa de esta angustia no consigoni vagamente comprender siquiera;pero recuerdo y, recordando, digo:-Sí, yo era niño, y tú, mi compañera.
Y no es verdad, dolor, yo te conozco,tú eres nostalgia de la vida buenay soledad de corazón sombrío,de barco sin naufragio y sin estrella.Como perro olvidado que no tienehuella ni olfato y yerrapor los caminos, sin camino, comoel niño que en la noche de una fiestase pierde entre el gentíoy el aire polvoriento y las candelaschispeantes, atónito, y asombrasu corazón de música y de pena,así voy yo, borracho melancólico,guitarrista lunático, poeta,y pobre hombre en sueños,siempre buscando a Dios entre la niebla.
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